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21 Feb 2024Los Secretos de mi Vecina A veces es bueno tener con quien hablar y en quien confiar...

Cuando Natalia llego encontro a su hermano jugando a la consola y le saludo sin obtener respuesta de este.

–!Que te pasa hermanito! –dijo esta, sentandose en a su lado.

–!Me pasa de todo Natalia! –dijo Samuel con cara visiblemente preocupada.

–Pues cuentamelo, ¿a lo mejor yo puedo ayudarte? –le dijo su hermana.

Se llevaban a penas dos anos aunque parecian tener la misma edad. Se habian criado juntos, habian jugado juntos y lo habian hecho casi todo en la vida juntos. Incluso cosas que no podian contar a nadie.

Por eso Samuel confiaba en Natalia y Natalia confiaba en Samuel.

De forma que el hermano abrio su corazon y conto todo, con pelos y senales a su hermana, la cual se sorprendio un poco por la actitud tan abierta al sexo de ella y tan cerrada en cuanto a su propia sexualidad.

–¿Entiendes? –concluyo Samuel.

–Si, lo entiendo Samuel. Realmente es extrano que ella no quiera que le acaricies su sexo, es un poco extrano la verdad. Supongo que sera virgen como yo e igual se siente insegura a la hora de perder su virginidad.

–No, me ha dicho que no es virgen y parecia que lo decia muy convencida.

–Bueno pues entonces a lo mejor ha sido una mala experiencia, no se –le dijo su hermana intentando aliviar su carga.

–No se, todo esto es una rayada –le confeso su hermano.

En ese momento llego su madre del trabajo y como de costumbre se levantaron y la saludaron, pues ella siempre los besaba al llegar. Por lo que tuvieron que posponer sus confesiones para otro momento.

–¿Preparais la cena? –les pregunto tras saludarse.

–!Si claro! –dijo Natalia

–Muy bien voy a ducharme –dijo ella girandose hacia su dormitorio.

Mariana entro a su cuarto y hallo su cama un poco revuelta, algo inhabitual en ella, que se levantaba y estiraba las sabanas siempre antes de marcharse.

Entonces se acerco y la estiro para dejarla hecha antes de cenar, pero ahi fue cuando vio su querido consolador aparecer de entre los pliegues de las sabanas. !Vaya descubrimiento!

Inmediatamente penso que su hija Natalia habia descubierto su secreto y seguramente lo habia usado. Madre e hija habian compartido amante aunque este fuese de plastico inerte y se sonrio al pensarlo.

–Esto tengo que hablarlo con ella –se dijo antes de guardarlo en el cajon de sus braguitas y coger una muda limpia para cambiarse.

Mientras se duchaba, en la cocina, los dos hermanos trataban de buscar algo de logica a lo ocurrido con Vica, sin encontrarla.

–Bueno Samuel, tampoco te rayes tanto, hablalo con ella manana y que se sincere contigo, estas cosas funcionan asi –dijo su hermana.

–Vale, lo hare –dijo el mientras juntos preparaban algo de cenar para los tres.

Cenaron juntos los tres y como de costumbre se preguntaron por el dia de cada uno.

Cuando llegaron al de Samuel este no pudo disimular su estado de apatia.

–¿Que te ocurre hijo? –dijo la madre.

–Nada mama, es que su nueva a miga le dio calabazas –dijo la hermana.

–Bueno si solo hace un dia que os conoceis, ¿no?

–Si, pero ella le dio esperanzas y hoy le corto las alas –dijo la hermana, quien hablaba en su nombre.

–Esas cosas pasan Samuel, veras como manana se arreglara todo –dijo la madre.

–Eso espero mama –dijo Samuel al fin.

Quitaron la mesa y Mariana se las ingenio para quedarse a solas con su hija Natalia, entonces se lo pregunto.

–¿Has estado hoy en mi cuarto?

–¿En tu cuarto, yo? No se –dijo Natalia pensando porque le hacia esa pregunta.

Ineludiblemente, el recuerdo de su paja sobre su cama con el amante secreto de mama vinieron a su mente y le revelaron la verdad, !habia dejado olvidado su amate de latex entre las sabanas!

–Bueno mama, yo es que… no tenia braguitas limpias y pense en cogerte unas, pero claro tu gastas una talla mayor que la mia aunque si mire en tu cajon y vi eso… –dijo una nerviosa hija.

–Bueno no pasa nada hija, es algo normal que usamos algunas mujeres sin pareja –le explico la madre sin reprenderla.

–!Absolutamente mama! El caso es que bueno, senti curiosidad, lo admito –rio nerviosa Natalia.

–No pasa nada hija, es lo que he pensado yo al verlo entre las sabanas, pero no te preocupes, si quieres, como manana libro vamos a ir al sex shop y te vamos a buscar uno para ti.

–¿En serio mama? Porque lo pienso y me muero de la verguenza –rio Natalia.

–Tranquila no pasa nada, yo hace anos que tengo este y me ha ido muy bien con el –le confeso la madre.

–!Ah si, pues mira que es grande! –le espeto la hija sorprendida.

–Bueno un poco si, pero todas tenemos un tamano preferido –le insinuo la madre.

–!Oh claro, no pasa nada mama! Solo te confieso que para mi es algo grande –le dijo la hija con una sonrisa.

–Vale, te buscaremos algo mas pequeno –dijo Mariana guinandole un ojo–. Porque tu eres virgen, ¿no hija?

–¿Yo? !Claro que si mama! –dijo Natalia sorprendida por la pregunta materna.

–No pasa nada si no lo eres hija, yo lo entiendo todo, puedes contarmelo tambien.

–!No! Soy virgen mama, precisamente al ver tu juguete he intentado ya sabes… pero que va era mucha tela para mi. Y he probado con los dedos a veces pero me da un poco de no se que al introducirlos mas alla de la una. ¿Duele mucho? –concluyo Natalia.

–!Oh no hija! Eso no es nada, es solo un pinchacito, luego se te pasa en se guida. Pero hija, ¿te lo vas a hacer antes que con un chico?

–¿Te refieres a perder mi virginidad? !Pues claro mama! Cuando vaya con un chico quiero no tener ese problema –le explico la hija.

–!Aja! La verdad es que esta bien pensado hija, a mi no me gusto la primera vez, si practicas antes esa vez sera genial para ti.

–Eso mismo he pensado yo mama. Bueno, entonces manana vamos a comprarlo, ¿no?

–Claro, cuando nos levantemos vamos de compras y aprovechamos tambien para comprarte un amiguito –dijo la madre guinandole un ojo.
26 Mar 2024El dulce sexo de mi suegra Patrick esta loco por Ruperta, una mujer mucho mayor que el, pero ella lo prefiere como yerno.

Si llevas toda la vida deseando algo con todas tus fuerzas y llega un momento en que se pone a tu alcance, ¿esta justificado utilizar cualquier medio para conseguirlo? Puede que una gran mayoria piense que no, pero justo a esos les diria que no tienen ni idea de lo que significo esa mujer para mi desde que la conoci siendo solo un chaval.

El verano mas feliz de mi vida fue ese en que abrieron una tienda de dulces en nuestro aburrido barrio. Mis amigos y yo teniamos edad suficiente para estar pensando mas en conseguir tabaco de madera ilegal que en caramelos, pero lo que nos estimulaba de ese nuevo negocio era mucho mas que los subidones de azucar.

Acostumbrados a las chicas de nuestra clase, la mujer que dirigia ese negocio nos parecia directamente de otro mundo. Era alta, rubia y combatia el calor que todos padeciamos con unos escotes que nos hacian babear. De repente, todos nos volvimos adictos a los dulces, entrabamos a comprarlos a todas horas solo para poder verla.

El problema era que con ella de adelante ninguno de nosotros se atrevia a hacer gala de esa chuleria por la que nos conocian en el instituto. Nada mas entrar en la tienda enmudeciamos, eramos como corderitos delante de esa diosa. Cuando se nos acababa el dinero ya solo me quedaba volver a casa y encerrarme en el cuarto de bano para pajearme con su imagen en mi memoria.

A diario fantaseabamos con atrevernos a darle conversacion y nos picabamos entre nosotros para ver quien era el valiente que lo hacia. Algo me decia en mi interior que debia ser yo, que tenia que comprobar si tenia con ella el mismo exito que con las de mi edad, aunque no me creyera en absoluto que aquello pudiese suceder.

Si algo tenia claro era que no lo podia intentar delante de mis amigos, que ni en suenos les daria la oportunidad de poder reirse de mi de por vida si aquello no salia bien. Asi que una tarde me puse mi mejor camisa veraniega, medio bote de gomina en el pelo y me fui directo a la tienda, dispuesto a impresionar a esa mujer con mi labia.

- ¿Hoy vienes solito?

- Si, senora, me gusta tener tiempo para mi mismo.

- Eso suena interesante, pero no vuelvas a llamarme senora en tu vida.

- No tendria que hacerlo si me dijeras tu nombre.

- Me llamo Ruperta.

- Que original.

- Y tu eres...

- Patrick, para servirte en todo lo que necesites o desees.

- ¿En serio?

- Por supuesto, pide cualquier cosa y yo te la concedere.

- ¿Que edad tienes?

- Dieciseis anos y medio, pero todos dicen que soy muy maduro para mi edad.

- Supongo que estudias en el instituto de al lado del ayuntamiento.

- Asi es.

- Entonces ya se que es lo primero que te voy a pedir.

- Soy todo oidos.

- Desde septiembre mi hija y tu sereis companeros de clase, mas vale que la cuides.

- Sois nuevas en el barrio, ¿no?

- Si, apenas llevamos aqui un mes.

- ¿Y el padre de la criatura?

- Espero que criando malvas.

- Puedes estar tranquila, yo la voy a proteger.

- Te lo agradezco, hombrecito.

A partir de aquel dia aproveche cada momento que tenia libre para ir a visitar a Ruperta. Sabia que nuestra diferencia de edad era un problema, pero yo trataba de ganarmela y esperaba que pudiera caer rendida a mis encantos. Aunque quizas fuese mas realista esperar a septiembre, conocer a su hija y ver si se parecia a ella, esa mujer me volvia loco.

Por si el hecho de que me sacara por lo menos veinte anos no fuese suficiente problema, Ruperta enseguida se hizo muy popular en el barrio y hombres de todas las edades se convirtieron en mis competidores. Enseguida comenzaron los rumores sobre si la habian visto con uno o con otro, pero nada iba a conseguir minar mi moral.

Aunque siempre habia sido lo mas parecido a un lider en mi pandilla, comunicarles mi intencion de conquistar realmente a Ruperta me convirtio en objeto de todo tipo de burlas. Aun asi, no me rendi y segui esperando con paciencia a que llegara el momento en que ella se diera cuenta de que estabamos destinados a estar juntos o al menos a tener una noche de placer.

Era consciente de que a esa edad todos los sentimientos se magnifican, pero en ningun momento llegue a pensar que me hubiese enamorado de Ruperta. Sabia que lo mio era pasion carnal, que deseaba que ella fuese la protagonista de mi primera vez y me ensenara el placer que se sentia mediante el sexo. Realmente estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirlo.

El verano no termino como yo esperaba, aunque ya daba por hecho que esa no iba a ser una tarea sencilla. Septiembre me brindaba la oportunidad de demostrarle todo lo que estaba dispuesto a hacer por ella protegiendo a su hija tal y como le habia prometido. El problema era que no localizaba a esa muchacha por ninguna parte.

- ¿Patrick?

- Si... ¿quien?

- Soy Rupe, mi madre me ha hablado maravillas de ti.

- ¿De verdad?

- Si, dice que le alegras las tardes cuando aparece por la tienda.

- Pero no os pareceis en nada.

- Por lo visto he salido a mi padre, aunque no lo conozco.

- Bueno, yo te voy a ayudar a adaptarte a este instituto.

- !Que bien! Estoy deseando que me lo ensenes todos.

Esa muchacha se parecia a su madre lo mismo que un huevo a una castana. No solo era mas bien bajita y morena, sino que estaba totalmente plana. En lo unico que encontraba alguna similitud era en la forma de hablar, las dos eran muy divertidas, aunque eso no era suficiente como para que pensara en ella como una alternativa.

Desde ese primer dia de instituto Rupe se pego a mi. Alla a donde iba la llevaba enganchada a mi espalda, lo que provoco que todos se rieran aun mas de mi. Las bromas respecto a que jamas podria tener nada con la madre y me tocaria conformarme con la hija fea se convirtieron en mi dia a dia. Para mi, que habia sido una especie de lider para todos ellos, era muy jodido, pero segui adelante porque estaba convencido de que conseguiria mi objetivo.

Con el paso de las semanas me fui acostumbrando a su presencia. Era la amiga que no habia pedido tener, pero me ayudaba en mis momentos de soledad, aunque si me habia quedado solo era precisamente por ir con ella. Gracias a Rupe me centre en los estudios, algo que me podria servir para ir a la universidad y sobre todo para impresionar a su madre.

Ruperta se mostro agradecida en todo momento por lo que estaba haciendo por su hija, aunque su forma de darme las gracias no era como yo la habia imaginado. En vez de estrecharme entre sus brazos, haciendo que mi cabeza reposara en su generoso escote, me regalaba caramelos y cromos de la liga. Estaba claro que para ella solo era un nino.

- Es un agradecimiento bastante escaso.

- Pensaba que ibas con Rupe porque te caia bien.

- Asi es, pero tenerla todo el dia detras hace que se burlen de mi.

- Nadie te obliga a ir con ella.

- Te prometi que la cuidaria.

- Lo se, pero no quiero que mi hija vaya con alguien que la desprecia.

- Yo no la desprecio.

- Ten paciencia con ella, Patrick, no esta acostumbrada a tener amigos.

- No te preocupes, que yo no le voy a fallar.

- Como me alegra oir eso.

- Lo que sea por la mujer mas dulce del barrio... y por su hija.

- Le voy a decir a Rupe que te invite a casa una tarde.

- Asistiria encantado.

Solo me veia como el amigo de su hija, pero ir a casa de Ruperta ya me parecian palabras mayores. Eso me supondria ver el sofa en el que se estiraba, la cama en la que dormia o el cuarto de bano que tantas veces la habia visto desnuda cuando se duchaba. Intentaba no pensar demasiado en eso, pero mi imaginacion volaba.

La invitacion no se hizo de rogar demasiado. A finales del primer trimestre nos pidieron hacer un trabajo por parejas y Rupe tardo medio segundo en proponerme que lo hiciesemos juntos. A esas alturas ya me daba igual lo que pensaran los otros, asi que acepte. Nunca estaba de mas tener una companera inteligente que hiciese casi todo.

Lo mejor de todo aquello fue que Lupe no dudo en ofrecer su casa para que pudieramos hacer el trabajo. Asi que una tarde, al salir del instituto, fuimos juntos hacia alli con la intencion de ponerlos manos a la obra. Intente perder todo el tiempo posible ya por el camino, con la idea de no irme de hasta que Ruperta cerrara la tienda y pudiera verla en su propio ambiente. Justo antes de entrar me sentia muy nervioso.

Pese a que ya llevaban varios meses alli, la casa estaba a medio amueblar. Me sorprendio tambien la falta de orden, aunque supuse que Ruperta estaba demasiado ocupada en la tienda como para llevar la limpieza al dia. Lo que si resulto ser tal y como lo habia imaginado era la habitacion de mi amiga. Estaba llena de objetos que le pegaban totalmente a una persona tan excentrica como ella.

Tras ofrecerme algo de merendar nos pusimos de inmediato con el trabajo. Era dificil concentrarse teniendola a ella haciendo bromas todo el rato, pero asi resultaba todo mas ameno. Aun asi, solo podia pensar en pedirle que me ensenara la casa y explorar todos esos rincones que tanto me atraian. Como no fui capaz de hacerlo le dije que tenia que ir al cuarto de bano.

Avanzando por el pasillo no pude evitar la enorme tentacion de asomarme a la habitacion de Ruperta. La cama estaba sin hacer, lo que me hizo imaginarla desnuda sobre esas sabanas. Me hubiese encantado acercarme y comprobar si olian a ella, pero me parecio demasiado arriesgado, asi que me fui directo al lavabo.

Mi prudencia se vio recompensada. Nada mas entrar me tope con un suelo cubierto de ropa interior, era como la fantasia de un adolescente pajillero. Por una cuestion de tamano, no me resulto nada dificil saber que prenda correspondia a cada una de ellas. Las braguitas de Rupe tenian cierto morbo, pero nada comparado con el tanga negro de su madre.

Casi de manera instintiva me lo lleve a la nariz para olfatearlo. Se me puso dura al instante, sentia que podia subirme por las paredes de la excitacion que tenia en ese momento. Daba igual lo alto que gritara la voz en mi cabeza pidiendome que no lo hiciera, me saque la polla y comence a masturbarme mientras me la envolvia con el tanga e inspeccionaba el sujetador que sostenia sus dos grandes melones.

Me hubiese gustado recrearme mucho mas, pero fue la paja mas rapida de mi vida. En menos de un minuto ya habia eyaculado de forma tan bestial que parte de mi semen salio descontrolado y fue a parar a las braguitas rosas de mi amiga. Me lave las manos a toda prisa y sali del cuarto de bano, ajeno a que Ruperta ya habia llegado a casa.

- Patrick, que raro se me hace verte aqui.

- Tienes una casa muy bonita.

- Querras decir muy desordenada.

- Bueno... un poquito, si.

- Espero que no te haya molestado ver vuestra ropa por el suelo del bano.

- Tranquila, ha sido muy... motivante.

- ¿Te ponen las bragas de mi hija?

- No precisamente las suyas.

- Vaya, eso no me lo esperaba.

- ¿En serio? Pensaba que era evidente que me traes loco desde que te conoci.

- Al principio lo pensaba, pero como nunca me dijiste nada...

- Porque sabia que no tenia ninguna posibilidad.

- No te creas, lo de tirarme a un chavalin siempre me ha parecido excitante.

- Pues ahora que ya lo sabes no hay motivo para no hacerlo.

- En realidad si que lo hay.

- ¿Que se supone que nos lo impide?

- Rupe esta enamorada de ti.

- Eso no es verdad, solo somos amigos.

- Hazme caso, te quiero muchisimo.

- Y yo a ella, pero no de esa manera.

- Comprende que como madre no puedo hacerle esa faena.

- No tiene por que enterarse.

- Vamos a hacer un pacto, ¿vale?

- Esta bien.

- Dale una oportunidad a mi hija, tratala bien y descubrid juntos el amor.

- No creo que sea capaz.

- Si lo haces te recompensare mas adelante.

- ¿Con mas chucherias?

- No, con lo que siempre has deseado.

Me prometi a mi mismo que haria cualquier cosa por acabar entre las piernas de Ruperta, pero eso me parecia excesivo. No solo no me motivaba la idea de estar con su hija, sino que me parecia una canallada jugar con sus sentimientos de esa manera. Necesite que pasaran varios dias, valorar los pros y los contras, para tomar una decision.

Sabia que no era mas que una forma de convencerme a mi mismo, pero acabe llegando a la conclusion de que si yo estaba dispuesto a cualquier cosa por estar con Ruperta quizas su hija tambien lo estaba para tener algo conmigo. Fue entonces cuando empece a tontear con ella, esperando a que Rupe diera el paso.

Una vez que terminamos el trabajo para el instituto siguio siendo habitual que yo pasara muchas tardes en su casa, especialmente cuando empezamos las vacaciones de Navidad. Soliamos ver peliculas o jugar a la videoconsola, cosas que no solian dar demasiado pie al inicio de un romance. Finalmente se me acabo ocurriendo una idea que resulto decisiva.

- ¿Vosotras no poneis el arbol de Navidad?

- Normalmente si, tenemos una de plastico, pero este ano no ha surgido.

- Podemos colocarlo nosotros.

- ¿Lo adornarias conmigo?

- Pues claro, si es lo que mas me gusta de estas fiestas.

- Vamos, esta todo debajo de la cama de mi madre.

Si algo me ensenaron las peliculas que vimos esos dias fue que no habia nada tan efectivo en el amor como la magia de la Navidad. Entre risas, bromas y villancicos incluso empece a verla casi guapa y acabe siendo yo el que se lanzo a besarla. Se quedo tan impactada que llegue a pensar que habia metido la pata, que Ruperta me habia enganado, pero de inmediato me correspondio y pasamos el resto de la tarde besandonos.

En cuestion de dos semanas, tarde a tarde, dimos todos los pasos que otras jovenes parejas tardan meses en dar. De los besos apasionados pasamos enseguida a los tocamientos y poco despues Rupe se atrevio a arrodillarse ante mi. No era precisamente una experta en el sexo oral, pero el ansia con la que me la comio me hizo tener el mejor orgasmo de mi vida.

Por aquel entonces yo ya estaba entregado a lo que nos estaba ocurriendo y le agradeci su gesto colocando mi cabeza entre sus piernas. Lamer su humedo y ardiente cono fue lo mas excitante que habia hecho nunca. Eramos una extrana pareja de amigos que se queria, cada uno a su modo, y disfrutaban del placer de los cuerpos.

La ultima tarde antes de volver al instituto se produjo nuestra primera vez. Fue tan torpe y accidentada como cabia esperar, pero ella alcanzo el placer y yo tambien llegue a verter mi semilla en el preservativo. Al acabar me dijo por primera vez que me queria y senti que no podia negarme a decirle que yo a ella tambien. Ya eramos oficialmente novios.

Volvimos al instituto sin la mas minima intencion de ocultar que estabamos juntos. Al principio volvieron a haber bromas, pero poco a poco fueron desapareciendo, posiblemente porque hasta ellos se dieron cuenta de que Rupe estaba mas guapa que nunca. Cada vez me sentia mas comodo con ella, aunque no conseguia quitarme de la cabeza mi autentico objetivo.

Tratando de hacer feliz a Rupe, pero sin conseguir olvidar a su madre, fueron pasando los anos. Nuestra relacion iba bien, quizas porque nunca deje de verla como a una amiga con la que me divertia en la cama. En lo demas era todo muy sencillo, me hacia la vida facil y se notaba lo enamorada que seguia estando de mi.

La que ya por entonces era mi suegra si que sabia disfrutar de la vida. Desde que empece a formar parte de su familia pude comprobar que todo lo que se decia de ella era cierto, que Ruperta tenia citas con diferentes hombres. A mi novia le daba igual la vida sexual de su madre, pero yo no podia evitar sufrir al ver que todos conseguian lo que a mi se me nego. Siempre intente llevarlo de la mejor manera, hasta que ya no pude mas.

- Teniamos un pacto.

- Lo se, pero no esperaba que lo vuestro durara tanto.

- Me he mantenido a su lado y la he hecho feliz como me pediste.

- ¿Y ahora quieres enganarla conmigo?

- No quiero, pero no consigo olvidarte, te sigo deseando.

- No puedo hacerle eso a mi propia hija.

- Te acuestas con todos menos conmigo.

- No te pases, Patrick.

- Nunca sere feliz con Rupe si sigo sintiendo que tenemos esa deuda.

- Espera un poco mas y cumplire, te lo prometo.

Llevabamos ya seis anos juntos cuando Rupe, tan original imprevisible como siempre, me pidio que me casara con ella. Era una autentica locura, principalmente porque seguiamos siendo demasiado jovenes para pensar en matrimonio, pero se me ocurrio que formalizar lo nuestro de manera definitiva quizas era el paso que necesitaba dar para olvidarme de mi suegra.

No podia evitar seguir deseando con todas mis fuerzas el follarme a Ruperta, pero eso no queria decir que no me diese cuenta de lo bien que estaba con su hija. Realmente queria casarme con ella, me imaginaba siendo feliz toda la vida a su lado, solo era ese deseo que mantenia desde la adolescencia lo que me perturbaba.

En el fondo esperaba que Ruperta no se tomara bien el anuncio de nuestro compromiso, pero fue la que se mostro mas feliz. Su efusiva reaccion fue definitiva para convencerme de que estaba haciendo lo correcto y que cualquier posibilidad de tener algo con ella debia quedar ya como un imposible y lejano deseo del pasado.

Nos dieron fecha para casarnos justo un ano despues, tiempo que paso volando. Fueron doce meses durante los cuales no paramos, ya que teniamos que organizarlo todo para que quedara perfecto. Cuanto mas se acercaba el gran dia, mas convencido estaba de hacer lo correcto, tanto que ya ni siquiera pensaba en el pacto que tenia con Ruperta.

La noche antes de la boda repase mentalmente una y otra vez la manera tan extrana que habia tenido el amor de llegar a mi vida. Ese dia Rupe dormia con su madre para que el encontrarnos al dia siguiente en la iglesia fuese mas especial, asi que yo estaba solo en nuestra casa. Alrededor de media noche llamaron a la puerta... era mi suegra.

- ¿Que haces aqui?

- Estoy nerviosa, no puedo dormir.

- Si soy yo el que se casa.

- Por eso mismo.

- No te entiendo, Ruperta.

- Seguramente piensas que si te ha rechazado todos estos anos es porque no quiero nada contigo.

- Claro que lo pienso.

- Lo unico que pretendia era proteger a mi hija.

- No tienes que darme explicaciones, lo entiendo.

- Pero la verdad es que siempre te he deseado.

- No es un buen momento para hablar de esto.

- Se que no es bueno, pero es el ultimo.

- ¿Por que?

- Una vez que esteis casados cualquier posibilidad se esfumara.

- No te entiendo.

- Tenemos que hacerlo esta noche para que ambos podamos avanzar.

Cuando ya habia perdido toda esperanza y estaba convencido de que lo mejor era que no ocurriese nada entre nosotros, mi suegra aparecio para confesarme que tambien me deseaba y que pretendia saldar su deuda. Nunca quise hacer dano a Rupe, pero lo que su madre me hacia sentir, la manera que tenia de excitarme con su simple presencia, era superior a mis fuerzas.

Aun asi trate de resistirme, pero Ruperta comenzo a desnudarse. Agache la mirada para no verla, pero me resultaba imposible que no se me fuese la vista a su cuerpo, tan perfecto como siempre lo habia imaginado. Sus grandes pechos parecian pedirme que los devorara, sobre todo cuando me abrazo y los duros pezones se clavaron en mi torso.

Me puse muy duro y ella lo noto de inmediato, porque hizo descender una de sus manos y la coloco justo en mi paquete, palpando sobre el pantalon el tamano de mi miembro. Me besaba por toda la cara, buscando mi boca con desespero, pero yo se lo negaba. No podia hacerme el duro eternamente, mi voluntad estaba a punto de quebrarse.

Senti un pinchazo en el pecho al acordarme de Rupe, pero tambien pensaba en mi mismo, en ese chaval que se pajeaba pensando en la mujer que en ese mismo momento intentaba meterme la lengua de la boca. Me debia un polvo con ella, siempre lo habia sentido de esa manera, asi que tenia que cumplir esa fantasia que llevaba ocupando mi mente casi una decada.

En cuanto me rendi y agarre su turgente culo a dos manos, mi suegra salto para que la levantara por los aires y la lleve a mi cama. Quedo abierta de piernas sobre el colchon que compartia cada noche con su hija, esperando a que yo tambien me desnudara y disfrutar de esa noche de pasion que me prometio a cambio de hacer feliz a Rupe.

Puede que mi suegra esperara una noche de pasion, pero yo solo queria desquitarme. Me baje el pantalon de pijama y fui directo a estirarme sobre ella para penetrarla. Aunque Ruperta queria que la besara, yo ignore todas sus peticiones y se la clave entera. Ella gimio al sentirse colmada por mi polla y comence a bombear.

A sus cuarenta y tantos anos y a pesar de estar debajo, mi suegra se movia como una autentica diosa. Meneaba sus caderas de una manera que solo podia hacerlo a alguien con mucha experiencia sexual. Mientras yo le daba todo lo duro que podia ella me susurraba al oido todo tipo de obscenidades. Resultaba evidente que lo habia estado deseando tanto como yo durante los ultimos anos.

- Te hubiese follado el primer dia que entraste a mi tienda.

- De haberlo hecho nos hubiesemos ahorrado muchos problemas.

- Tenia que proteger a mi hija, es lo mas importante para mi.

- Pues ahora mismo no se nota.

- ¿Ella te lo hace tan bien como yo?

- Dudo que alguna mujer folle tan bien.

- Se te caia la baba mirandome las tetas.

- Me hacia unas pajas tremendas pensando en ti.

- ¿Que mas hacias?

- ¿Te acuerdas de la primera vez que fui a tu casa?

- Si, claro.

- Me masturbe con tu tanga en la mano.

- Vi tu leche en las braguitas de mi hija.

- No es normal lo que me has hecho sentir siempre.

- Ahora tienes la oportunidad de correrte dentro de mi.

Coloque una mano en su cuello y con la otra le agarre una de sus tetazas. Ruperta estaba colorada y sudorosa, su cono sonaba con cada embestida por los abundantes fluidos que emanaba. Comence a empujar con todas mis fuerzas mientras ella gemia del gusto y acababa llegando a un orgasmo que la hizo temblar de pies a cabeza.

Fue entonces cuando me solte por completo y continue hasta rellenarla con mi semen. Tantos anos de deseo culminados en un polvo frenetico que me iba a dejar una mezcla de satisfaccion y culpabilidad. La observe durante un buen rato, ocupando el lugar de la cama de Rupe, mientras mi semilla escapaba de su interior.

- Manana te vas a casar con mi hija y la vas a hacer la mujer mas feliz del mundo.

- Espero que esto no me pase factura.

- No lo hara, porque sabes que si la cuidas yo se recompensarte.

Continuara...
31 Jan 2024De compras con mi cunado Tengo un secreto...deseo a mi cunado... en ocasiones la necesidad puede mas que la cordura.

Tengo un secreto.

Uno de esos secretos que sabes que nunca seras capaz de verbalizar. Un secreto que me perturba todas las noches al irme a dormir, uno que me persigue en la ducha cuando dejo que lo prohibido se apodere de mi imaginacion y de que mis dedos jueguen con mi sexo.

Deseo a mi cunado.

Lo hago desde hace mi cho tiempo y aunque mi sensatez me implore que lo deje estar, que lo desee en el silencio de la noche, la verdad es que no puedo dejar de pensar en como se sentiria el poder ser suya aunque tan solo sea una vez.

Prometo que hasta ahora mi secreto estaba a salvo, pero no se que diablos me ha pasado hoy. No entiendo por que mi cuerpo ha reaccionado de tal forma, pero la he liado bien.

Mi hermana me ha pedido que los acompane a comprar ropa. Su marido odia profundamente las compras.

—Venga, si se lo pides tu te hara ma caso. Sabes que te adora.

Mi sexo se quejo al mismo tiempo que lo hacia mi consciencia.

—Esta bien—conteste todavia dudosa.

Me encantaba tenerlo cerca, me encantaba todo de el. Su sonrisa, sus ojos brillantes cada vez que me contaba una historia, su olor, joder que bien olia, sus manos, su pelo… definitivamente todo.

Pense en como seria poder besarlo, en como seria poder tocarlo y con todos esos pensamientos termine en el probador de un gran centro comercial. Escuchando como mi hermana y mi cunado se besaban en el probador de al lado entre risas nerviosas.

Mi sexo se humedecio al instante en el momento que me imagine a mi misma en aquel probador.

Frote mis dedos contra mi sexo mientras los escuchaba. Senti como mi centro se hinchaba preso del placer, como mi humedad iba aumentado propinada por el puro deseo.

—Para, para— susurro mi hermana—, me voy a ir a dar una vuelta a ver si me refresco un poco. Estare en la planta de los zapatos, cuando acabe mi hermana de probarse subis a buscarme.

—¿En serio me vas a dejar asi?

Un sonido de dos labios chocandose y los pasos de mi hermana alejandose fue la unica respuesta.

Me quede quieta con mis dedos todavia enterrados en mi. Llenandose de todo el deseo que albergaba mi ser. Me mordi el labio, indecisa y en ese momento no pense, me deje guiar por la necesidad mas pura y por nada mas.

La necesidad, esa caprichosa y tentadora. Esa que se asemeja al mono de un adicto, una que te hace anorar lo que no tienes. Una que te empuja a cometer estupideces.

—Carlos—lo llame sin apenas reconocer el tono de mi voz —, necesito ayuda.

—Voy— anadio el con un deje entrecortado. ¿Estaria tocandose?

Saque las manos de mi ropa interior y lo espere ansiosa. Su cabeza no tardo en asomarse a traves de las cortinas tupidas.

—Dime.

—Pasa—le exigi apartando levemente la cortina para dejarle paso. El entro con paso vacilante y su cuerpo lleno casi todo el espacio. Mire sin disimulo el desarreglo de su ropa. Busque en su entrepierna, pero el en seguida clamo mi atencion.

—¿Que pasa, Sarita?

Sarita.

Yo ya no queria que me llamase asi. No queria que me viera como una nina. Era una mujer, una con necesidades. Sin encontrar las palabras adecuadas para confesarme, tome su mano y la lleve hasta mi sexo.

Mi ropa interior estaba empapada. Estaba llevando una bonita falda escocesa por lo que no fue dificil acceder hasta el centro de mi calor.

Sus ojos se abrieron de par en par y un feroz rubor invadio sus mejillas.

—¿Que demonios haces?

Intento retirar su mano, pero yo movi mis caderas frotandome contra el como si estuviera en celo.

—Te necesito—le susurre con mi mirada puesta en sus ojos. Posiblemente me arrepentira de ello. Sentiria verguenza el resto de mi vida, como todas las ocasiones anteriores donde le intente provocar sin exito con mis tops ajustados.

—Esto no esta bien—dijo el con tono serio, pero su mano ya no intentaba alejarse. Sus dedos se deslizaron por mi humedad y yo no pude evitar gemir.

—Como estas… ¿no?

Asenti sin dejar de mirarlo a sus labios. Uno de sus dedos se atrevio a entrar en mi interior. No sabria como describir lo que senti. Me agarre a sus hombros enterrando mi cabeza en el hueco de su cuello y el procedio a anadir otro dedo mas. Su muneca se movia rapida y yo sentia oleadas de placer atropellandome.

—¿Esto necesitabas? —me pregunto al oido.

Negue con la cabeza y me atrevi a tocar lo que yo queria. Me sobresalte a sentir su dureza. Y eso que estaba el pantalon de por medio. Era si cabe mas grande de lo que habia fantaseado.

—Esto necesito.

Carlos dejo que el aire saliera de sus pulmones.

—Te estas portando mal, Sarita.

Sarita, otra vez.

Sus dedos se movieron mas rapido y yo imite ese movimiento por encima de su pantalon, frotando su dureza

—Tranquila, te voy a quitar ese calenton que llevas con mis dedos, porque asi no puedes estar. Tu relajate.

—Yo quiero tu polla.

Me senti rara al decir polla en voz alta. El nego con la cabeza mientras seguia martilleando mi sexo con sus dedos. Se sentia tan jodidamente bien, sentia como tenia el sumun del placer cerca, muy cerca.

—Venga, ensenamela solo. Nunca he visto una en persona.

Sus dedos pararon al instante. Sus ojos buscaron la verdad en los mios. La sorpresa viajando en su expresion. La excitacion endureciendo mas su polla.

—¿Eres virgen? Joder, Sarita.

—Quiero que tu seas el primero, no pares por favor.

Me senti en soledad cuando sus dedos abandonaron mi sexo. El maldijo algo que no entendi antes de arrodillarse frente a mi, sus dedos agiles apartaron la goma de mi braguita y se inclino lamiendome con ansia. Le costo menos de un minuto llevarme al orgasmo. Uno que disfrute en silencio y que inicio un ligero temblor en mis piernas. Fue intenso, mas que cualquiera de los anteriores que habia tenido dandome placer.

—Tenemos que irnos —solto mientras se colocaba de pie.

Negue con la cabeza.

—Quiero devolverte el favor.

—Tu hermana nos espera, sal por favor.

—Solo quiero verla.

Solto una maldicion ante de ceder y liberar su ereccion de aquel pantalon que parecia estar a punto de explotar. La mire con detenimiento. Era grande y gruesa, tenia las venas ligeramente marcadas.

Me arrodille y el nego rapidamente con la cabeza e intento tomarme de los hombros para alzarme.

—Solo quiero ver si me cabe en la boca.

—!Maldita sea, Sarita!

Me acerque a el sin darle tiempo a pensarselo, abri mis labios y cometi el error de mirarlo a los ojos mientras lo hacia. Lo lami con lentitud, disfrutando de cada centimetro de su longitud. Saboreando su sabor dulzon.

Lo tome con mi boca, intentando ser una mujer de esas que la toman entera, como tantas veces habia visto por internet. Disfrute del momento siendo consciente de que nunca se volveria a repetir. Sabiendo que aquella era mi unica oportunidad.

—Sara, me estas torturando.

—¿No lo hago bien?

—!Joder, si! Pero no hay tiempo. Aguanta Sarita, que te voy a ensenar un juego de mayores.

Me tomo del pelo con contundencia y empezo a moverse, su polla entrando y saliendo de mi boca, chocando contra mi lengua, incluso contra el inicio de mi garganta. Llenandome, follandome la boca.

Se movio mas rapido y me costo respirar.

—Preparate, y te lo vas a tragar todo.

Note un disparo directo a mi paladar. Intente tragarlo todo, no sin esfuerzo, su semen llenando mi boca. Su sabor unico llenando mis papilas gustativas.

El se separo de mi, se la guardo y sin mirarme se dispuso a tirar de la cortina.

—Estare en la planta de los zapatos. Esto no volvera a pasar nunca mas. ¿Me has entendido?

—Carlos—lo llame tomandolo del brazo—hay otra cosa en lo que quiero que seas el primero.

El me miro y sin decir nada se marcho.

ESPERO VUESTROS COMENTARIOS.
22 Dec 2023La madre de mi amigo ¿Quien no ha fantaseado con la madre de un amigo? Version para imprimir
Desde que tengo uso de razon, siempre he tenido a mi amigo Juan como companero de aventuras. desde travesuras de ninez, a salir juntos de discotecas a buscar un ligue de una noche. Pero esto ni viene al caso. Prefiero hablar de su madre.

Yolanda, asi se llama la madr de mi amigo, era una bellaza de mujer. Si las medidas normales son 60-90-60, ella deberia tener 70-100-80. pues tenia unas tetas grandes y un culo delicioso por el que babeabamos todo el grupo de amigos.

En mi adolescencia, tuve la suerte de disfrutar de ese delicioso cuerpo en bikini, pues en verano iba con mi amigo y su familia a su apartamento en la playa a pasar unos dias.

Cuando se agachaba para recoger la toalla... uuuf... intentaba mirar hacia otro lado, pues si estaba de frente, sus tetas colgaban y casi salian del sosten del bikini, y si etaba de espaldas, ver ese culo en pompa era para correrse con solo mirarlo. Yo, salia corriendo al agua para bajar mi ereccion o a veces iba al servicio del chiringuito para hacerme una buena paja, con el cuerpo de Yolanda en mi mente.

Me la imaginaba desnuda, de perrito sobre la cama, mientras la agarro de las caderas y le introduzco mi polla hasta que mis huevos chocan con su piel y despues de un buen rato de bombeo, inundar su cono con mi corrida o lo mismo cuando se la meto en su hermoso culo, estando boca arriba, mientras juego con mis labios en sus erectos y rosados pezones y con mi mano masageo su clitoris, llegando juntos a corrernos, dejando su culo abierto, chorreando la leche que mis huevos han dejado.

Otras vces me la imaginaba de rodillas, con mi polla dentro de su boca en una expectacular mamada, subiendo y bajando por toda su largura y mientras me miraba a los ojos con cara lujuriosa, se tragaba toda mi corrida.

Con estos pensamientos me hacia una paja casi a diario, pues cuando iba a buscar a mi amigo a su casa, siempre me abria Yolanda la puerta y me deleitaba con su figura.