La madura jamona, notaba la tranca de Jorge, su yerno, barrenando su ojete hasta el fondo, con los huevos rebotando sobre su vulva. La cerda resistia a cuatro patas, sobre el lecho matrimonial, los violentos empellones acompanados de rugidos, tirones de pelo y escupitajos, con las que el cabron de Jorge se la follaba como una vulgar putilla sometida (lo que era, a fin de cuentas). Mientras, Ricardo, su pobre y cornudo esposo, dormia una siesta inducida con somniferos como un bendito, ignorando los berridos de puerca de su esposa.
Jorge disfrutaba como un enano al tener sometida a Sandra, aquella puerca jamona, con el agravante de que, al follarla en la cama matrimonial, rodeados por las fotos del matrimonio que adornaban la paredes y utilizando, despues del polvo, la almohada del cornudo para limpiarse la polla, su placer se veia multiplicado por el profundo desprecio que sentia hacia el gilipollas de Ricardo, su suegro, un tipo al que no le habia caido bien desde que, de la mano de su hija, entro en aquella casa cuando aun eran novios. Aunque el sentimiento era mutuo, a Ricardo tampoco le gusto aquel tipo con aspecto chulesco que le iba a arrebatar a su encantadora hija.
De modo que cada vez que Jorge encajaba el pollon en el culo de la puta de su suegra, apretaba con fuerza los dientes y trataba de disfrutar a lo grande pensando en el crecimiento exponencial de los cuernos del pobre ignorante pichafloja que dormitaba en el salon, a escasos metros del encuentro entre los amantes.
A Sandra, sentir el aliento de Jorge en el cogote mientras su macho le taladraba el culo, agarrandole con fuerza las tetas, le resultaba excitante no, lo siguiente. La mujer, que medio ano antes habria sido incapaz de creer que caeria en un abismo de depravacion de ese calibre, no paraba de dar gracias (a Dios o al diablo, a saber) por aquella tremenda borrachera que la abismo en el mundo del sexo: !asi, a lo bruto y sin anestesia!
1. El pub
Habia sido un sabado tremendo en el Disco Pub Angel. Mucha agitacion, mucho movimiento y muchas cenas de empresa, despedidas de soltero y soltera y cachondeo a tutiplen.
En uno de los reservados dormia la mona, desmadejada en un sofa, Sandra, una jamona madura de 54 anos que, debido a la tremenda cogorza que llevaba, se quedo descolgada de su grupo de empresa con el que estaba celebrando la juerga posterior a la cena de fin de temporada. La mujer, habia tenido un tremendo arranque de desinhibicion que habia dejado descolocados a propios y extranos. Mucha bebida, mucho baile, muchas insinuaciones con algunos jefes y companeros de trabajo y mucho cachondeo. Nadie diria que la buena mujer, casada y con hijos ya mayores, siempre seria y modosita, se iba a despendolar de aquella manera. Tal vez tuviera algo que ver la pastillita que algun graciosillo le coloco en la bebida, pero la tremenda reaccion de la cachonda y opulenta secretaria dejo descolocado a todo el mundo, incluido el listo que le coloco la droga en la bebida. Y mas si tenemos en cuenta que hizo lo mismo con la bebida de algunas de las otras chicas de la oficina y ninguna perdio los papeles como Sandra. Pero, bueno, nada de eso tiene demasiada importancia. Tan solo es el origen de todo lo que vino despues.
La gente alucino cuando a Sandra se le empezo a ir la pinza, bailando sobre la mesa en plan gogo, meneando sus tetazas en la cara del director tecnico y pegandole un baboso morreo a una companera que, la verdad sea dicha, no hizo ascos en absoluto a la boca de la jamona y disfruto del intercambio de babas, tanto como para ponerse lo bastante cachonda como para ir a pajearse minutos despues a los servicios. Si no fuera por el alma caritativa y corta rollos de Eugenia, la aguafiestas amiga de Sandra, que impidio que esta acompanase a la chica al lavabo a consumar el rollete lesbico, la buena de Sandra habria tenido su primer orgasmo bastante pronto. Pero, no pudo ser. Eugenia retuvo a Sandra en un sofa del reservado, donde siguio siendo objeto de la mofa, el cachondeo y el escarnio de bastantes de sus companeros que aprovechaban su estado para sobarla a base de bien. Sobre todo los tios, pero alguna chica tampoco le hizo ascos a magrear las tetas de la abotargada puerca.
Muy comentado fue cuando, entre risas e incoherencias, enseno su destreza en la tecnica de la felacion usando un vaso de tubo, lo que suscito la envidia del personal femenino y la admiracion del masculino que, sin apenas disimulo, en mas de un caso, se palpaba la polla pensando en lo que iban a hacer en cuanto consiguieran meter a la jamona en un coche. Pero el gozo de todos acabo en un pozo, por culpa de la corta rollos de Eugenia que, como hemos dicho, se habia convertido en el Pepito Grillo de Sandra y en la voz de la conciencia de la oficina.
Dio la casualidad de que uno de los camareros que trabajaba en el Pub era vecino de Sandra y vivia en la puerta contigua a su piso. A Martin de treinta anos le habia costado reconocer a su vecina. Acostumbrado a verla como la perfecta ama de casa de la escalera, siempre con el carrito de la compra acompanada del calzonazos de Ricardo, su marido, le costo identificarla con aquella vestimenta de puton verbenero. Lucia la mujer una mini minifalda que apenas le tapaba las cachas de su culazo, un culazo que se veia a la perfeccion y en toda su inmensidad porque la tira del tanga se habia incrustado entre las nalgas. En la parte superior, llevaba una cenida camiseta de licra que sus enormes tetas pugnaban por reventar. Pintada como una puerta, en plan puton, completaban su atuendo unas medias negras muy bonitas, pero con un par de carreras por el ajetreo de la buena mujer. La guinda era el liguero que se alzaba sobre unos zapatos de tacon de aguja que aumentaban su metro cincuenta y cinco hasta un mas que respetable metro setenta. Estaba la mujer para hincarle el rabo y no sacarlo hasta que se convirtiera en una pasa arrugada.
Y, claro, aquel deseo que se desperto en Martin, que no era de piedra, nada mas ver a su recatada vecina, reconvertida en una puerca tan liberada y cachonda, se incremento exponencialmente cuando Sandra lo reconocio. La mujer, a la que ya se le trababa la lengua por el cebollon que llevaba, le saludo con dos besos pegajosos que rozaron los labios de Martin. La fuerte presion de sus tetas, ayudada por el arrimon del chico, puso a su soldadito en estado de alerta, tensando su bragueta. Algo que no paso desapercibido para Sandra que, balbuceando, dijo aquella frase que hizo famosa a Mae West: «¿Llevas una pistola o es que te alegras de verme?». Martin se limito a sonreir, relamiendose por dentro.
Cuando Eugenia, que ejercia de inoportuno Angel de la guarda de la despendolada guarrilla, descubrio que Martin era vecino de Sandra, negocio con el, a escondidas del grupo, para que se hiciera cargo de su inhabilitada amiga y la llevase a casa mas tarde, cuando terminase el turno y la jamona hubiera dormido la mona. A Martin le falto tiempo para aceptar. Mas reticente fue Sandra e incluso alguno de los integrantes masculinos del grupo, que ya se habian hecho ilusiones de acabar empotrando la polla en alguno de los apetecibles orificios de aquella jaca que parecia dispuesta a todo.
Asi que la fiesta continuo en otro lugar y Sandra, entre lagrimas y balbuceos, la borrachera ya habia llegado a esa fase, se quedo solitaria en el sofa del reservado donde no tardo en tumbarse de lado y empezar a roncar como una cerda a pesar de la escandalosa musica que venia desde la pequena pista de baile, todavia muy frecuentada a las dos de la manana.